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Itziar Ezquieta, Ramón Rozas, Javier
Tudela y Fernando Santos
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Javier Tudela. Disculpa. 2016 Instrucciones impresas en papel A4. Fotografías de una pg. de la novela O homen duplicado de José Saramago, impresas a 15 x 20 cm., subrayadas con rotulador indeleble y enmarcadas. Dimensiones variables. Versión portuguesa de Alexandre A. R. Costa |
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| Tres pies al gato. 2016 Fotografía (proceso químico RA4) 40 x 60 cm. Edición de 3 Ej. |
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Alexandre A. R. Costa “Banca de Artista” (parte da instalação). 2009
Formato: Vídeo (MOV. DVC - PAL. S/Som); Vídeo-Instalação.
El orden es una condición necesaria
de todo lo que la mente humana desea comprender. Así comienza Rudoph Arheim Arte y Entropía (Ensayo sobre el desorden y
el orden). Durante mucho tiempo, esta sencilla apreciación basada en la
estrategia de reconocimiento semejante/diferente y continuo/discontinuo fueron
herramientas suficientes para aprender a discernir. Algo más avanzado el texto,
Arheim diferencia un orden externo de otro interno: la forma y la función que
no pueden ser evaluados separadamente. “El orden es un requisito de la
supervivencia” –nos recuerda- pero no es suficiente, unas líneas más arriba nos
avisa de que “Todo progreso exige un cambio de orden”.
La segunda
ley de la termodinámica nos enseña que no es el aire fresco el que entra por
las mañanas y al anochecer; es el calor el que sale. El Universo tiende al
desorden y un aumento de la entropía puede ir acompañado con nuevas situaciones
de equilibrio. Robert Smithson nos recuerda en La entropía y los nuevos monumentos que resulta más fácil perder
energía que ganarla “y que en el futuro remoto el universo entero estará
consumido y transformado en una igualdad total”. El exceso de equilibrio se
parece demasiado a la muerte; En el Arte, como en las películas de las que nos
habla Smithson podemos orientarnos hacia el terror y lo ‘emotivo’, o hacia la
ciencia-ficción y lo ‘perceptivo’ y podemos notar como late el tiempo,
contrayéndose y dilatándose mientras construimos un refugio dentro de nuestra
propia existencia. Se tambalea la idea de Arheim del orden como portador de
información: “Transmitir información significa crear orden”. Los artistas que
Smithson utiliza como ejemplo hacen un uso oblicuo de la información –libros,
mapas, folletos publicitarios, gráficos,…- “no por su contenido pretendido,
sino por su exquisita precisión estructural”.
No sólo me
interesan las cosas y las ideas por sí mismas sino por su garantía de ser
otras, por las relaciones que puedo establecer a partir de ellas, por las
posibilidades de su reescritura como nuevos artilugios estructurales de
estructuras invisibles, por la capacidad de fijar un instante y de detener el
tiempo –como el ‘cristal-ja, ja’ de Robert Smithson o el vértigo de ‘la sonrisa
sin gato’ del gato de Cheshire de Lewis Carroll-. El movimiento y la muerte, la
energía y la pereza, el desorden y la verdad, la evolución y la entropía, las
imágenes y el pensamiento, se afanan en la imposibilidad de su convivencia
real, pero conviven como saben hacerlo la superficie fría y pulida de un espejo
con la emoción borrosa de su reflejo. (J. Tudela)[1]
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