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07 noviembre 2017

R, R y R. De la basura al museo.

Trabajar por la sostenibilidad no puede consistir sólo en diseñar mobiliario con palets y llenar webs y páginas de revistas de papel couché con ideas de manualidades en las que utilizaremos envases. Desde que se formuló la metodología de las tres R: Reducir, Reutilizar, Reciclar, nos hemos aplicado fundamentalmente en la tercera, en el reciclaje. Hemos creado grandes empresas que recogen, transportan y reciclan nuestro plástico, nuestro papel y nuestro vidrio. La legislación obliga a algunos fabricantes a hacerse cargo de sus productos una vez que son desechados. En algunos contextos la palabra ‘compost’ empieza a formar parte del vocabulario normalizado.
La economía circular pone el acento en el agotamiento de los recursos y se plantea la mayor eficiencia en su utilización en todas las fases de la vida de un producto. Hace también énfasis en la importancia de la reutilización y el reciclaje, en la segunda vida de las cosas y de los materiales. Sin embargo, hemos transformado esta filosofía en ‘oportunidad de negocio’. Una estrategia europea para generar crecimiento y empleo puede ser el trampolín para actividades empresariales especializadas en limpiar los dientes a los grandes tiburones. Esta devaluación de los objetivos se genera cuando las empresas activadas desde la filosofía de la economía circular tienen que competir en un mercado global y necesitan cada vez más industrias depredadoras con más y más restos entre sus dientes para poder crecer en su sector de recicladores especializados. En un contexto que confunde crecimiento y progreso, la variable que sale reforzada es el consumo. El modelo de negocio actual no permite distracciones: no puede construir su ecuación sin un plan de crecimiento y, en el sistema actual, el crecimiento es solo cuantitativo. En el binomio Calidad/Cantidad la calidad es el peaje que tenemos que pagar, el rozamiento que necesitamos para no despegarnos del asfalto en la autopista, el lastre para no perder el control… y no nos gusta pagar peajes, ni perder energía con rozamientos o lastres innecesarios cuando los beneficios llegan por dos vías: aumentando la facturación o disminuyendo los costes. La redefinición de los objetivos de un modelo de negocio en base a valores humanos, sociales, medioambientales… no suele ir más allá de operaciones de imagen diseñadas por expertos de comunicación y mercado; un ‘lujo’ reservado a las grandes corporaciones. Incluso cuando se habla de energías renovables, se hace un discurso basado en la capacidad para desarrollar tecnologías más eficientes y aumentar la producción de megavatios. Competición y más competición sin reparar en límites ni consecuencias. El problema es alimentar un monstruo cada día más tirano y más hambriento. La obsolescencia apenas si se cuestiona, como si nos recordase nuestra propia fragilidad.
Nunca hablamos de la necesidad, de las necesidades reales de las personas. La tercera R, Reducir, es la que se pregunta críticamente por la sostenibilidad de nuestro planeta y nos pregunta radicalmente por nuestras necesidades; pero paradójicamente este discurso es políticamente insostenible. La vinculación histórica entre consumo, progreso y crecimiento económico, de la forma tan perversa en la que se ha mantenido en todo el abanico del espectro político, no solo no ha sido una solución sino que además se ha convertido en nuestro mayor problema. Vamos corriendo sin saber a dónde ni para qué; pararnos y cuestionar el crecimiento ilimitado parecería lo indicado si no fuera porque la única solución real al cambio climático nos asusta más que la certeza de los efectos de un arsenal atómico. Somos incapaces de pensar de otra manera y, cuando criticamos el consumo, el problema siempre es el consumo de los demás, nunca el nuestro.
Javier Tudela. Instalación.

Como artista trabajo como un mozo de almacén, rodeado de basura y dedicado a organizar y luchar contra la entropía de una gran habitación de residuos acumulados durante los últimos años. Para algunas actividades tomo el papel de un alquimista especializado intentando operar sobre estos restos en el laboratorio de las estrategias de legitimación del arte contemporáneo; para otras, analizando y documentando nuestra basura suplanto a un arqueólogo del futuro excavando el terreno en busca de los restos de nuestra cultura.
Sabemos que vivimos en un mundo global, que los recursos son limitados y que nuestros basureros crecen incontrolables, que la fiesta disparatada de la energía nos está enfermando con una gran resaca. No podemos seguir confundiendo consumo y progreso con la excusa del crecimiento. El crecimiento sostenible sólo es posible si nos miramos el ombligo y cerramos los ojos a las necesidades de millones de personas presentes y futuras. La clave de la sostenibilidad está en la reducción del consumo y en el cambio de mentalidad y de proyecto. El desarrollo sostenible es el que asegura las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de futuras generaciones ¿A qué esperamos? (JT)

A Casa das Campás acolle o 9 de novembro a xornada ‘Eco-críticAs: palabras e imaxes’

Ás 18.00 horas, a xornada pecharase coa mesa Do lixo ao museo, que se enmarca no proxecto Green Campus da Vicerreitoría. Abordar como materias de refugallo poden rematar converténdose en materia prima para a produción artística é o propósito central dun coloquio que reunirá ao profesor de BBAA e artista Javier Tudela e ao egresado Alberto Santos (Ash), quen completará a súa participación nesta iniciativa coa realización dunha intervención artística ao longo da semana na Casa das Campás, que se presentará tralo remate do coloquio.